Hace rato mientras comia cereal estaba añorando aquellas
épocas en las que tenía gigas y gigas de música en archivos mp3, era una
cantidad considerable pues en los 2005’s a mayoría de mis archivos estaban a
una calidad lamentable de 192kbps, era una época bien cagadita en la que era
una especie de mustdo guardar todo en
el disco duro, cada imagen que me gustaba, cada video memorable, cada canción
pegajosa tenía un lugar entre los saturados sectores de mi HDD. Era un
paradigma bien cajeta tener cada vez más y más capacidad en la compu, para
guardar más cositas. La chinga venia cuando había que formatear el sistema
operativo, los medios extraíbles no eran ni tan baratos ni tan amplios, había
que borrar algunas cosas, y en un acto de despedida dolorosa tapeába delete en aquellos archivos que iban
perdiendo popularidad, frescura o lo que es lo mismo simplemente ya estaban
bien choteados.
Cada formateada era una especie de renacimiento, una especie
de diluvio universal de nuestros medios digitales, donde sobrevivían los elegidos,
que casi siempre eran los más difíciles de encontrar en internet, porque en esa
época hace unos 8 años había que escarbar para encontrar las cosas en internet;
ahora por más pinches leyes de copyright que banneen páginas de torrent y
sharing, todo está bastante más a la mano que una década atrás. Y aun no
menciono la velocidad pitera de la conexión a internet, aun cuando abandonamos
el arcaico dialup, la banda ancha estándar en México no pasaba del nostálgico
1Mbps, no había mucho contenido digital que consumir con esa velocidad, aun así
bien que hacia mi esfuerzo, la paciencia fue una virtud que muchos
desarrollamos en aquella época, y seguimos utilizándola cuando hablamos de
conexiones a internet en nuestro país.
Regresando a lo del complejo de hormiga que solía tener en
aquella época con mis archivitos de la compu, recuerdo cuando un disco duro de
40GB no fue suficiente, luego 80GB dejaron de ser útiles, y así 120, 200 y al
final 500GB, y repentinamente… Madres! Hace unos meses que borre
accidentalmente toda mi biblioteca musical, alrededor de 12GB en archivos de
mp3 de unos 320kbps y algunos álbumes en formato FLAC (traducido del faroles quiere decir que se oian bien
chingonas mis canciones), y ante el inminente plan de contingencia, descargar
todo de nuevo, la flojera me invadió, esa paciencia desarrollada años atrás no
funciono, y no pude evitar rendirme, parcialmente eso sí, a la pinche nube.
La nube, eso que el primer mundo y sus velocidades de
conexión increíblemente rápidas y sobre todo alucinantemente baratas ya
disfrutan desde hace algunos años, y que quiere decir más o menos “online4ever”.
Cuando me dio flojera volver a bajar mi música llegaron a México varios
servicios de streaming de contenido musical, y sí, es caro relativamente para
quienes como yo acostumbraba torrentear, pero algún día dijeran los Strokes,
valdra la pena. Y así el Netflix y su catálogo de GoldenChoice, la venta de
libros y películas vía GooglePlay, Spotify, Music Unlimited, Rdio y las
versiones para el proletariado, soundcloud, grooveshark etc.
¿Y lo demás? No solo los contenidos de entretenimiento
tienen lugar en lo que viene siendo la nube, servicios de storage como dropbox,
skydrive, googledrive y sugarsync por mencionar los más populares nos dan
chance de liberar nuestras máquinas de tanta pendejada, y llenar los servidores
con esas pendejadas, cada vez servicios más baratos, más amigables y más
robustos.
A estas alturas quien presuma de ser un tecnófilo, wannabe
de geek o al menos ande de mamador presumiendo su ipod, si no hace uso de la
nube para su bienestar digital es un pendejo, deunvez trepemonos a la nube y el cereal con leche de almendras
sabe de la chingada, he dicho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario